Declaración:
Un futuro para el medio rural de Canarias
1. UN MEDIO RURAL DIFERENTE
Las áreas rurales de las regiones insulares no responden al modelo clásico establecido para las zonas continentales. Por ello, Para trabajar en el medio rural canario debemos establecer un modelo propio que de respuesta a las singularidades y especificidades de nuestro territorio.
Este modelo debe considerar al menos, la cuestión de la particular distribución de densidades de población aparejadas a la limitaciones físicas de los territorios insulares -en especial las derivadas de la orografía y de su dimensión superficial-; y la proximidad espacial de las poblaciones y actividades económicas, que condicionan una interrelación entre medio urbano y medio rural más intensa que en los territorios continentales.
Todo ello en un contexto marcado por el carácter ultraperiférico de Canarias (insularidad y lejanía) y por las limitaciones ambientales específicas a las que están sujetas las Islas (pendientes acusadas, aridez, discontinuidad y fragmentación espacial,…)
Por lo tanto, es necesario que las políticas diseñadas para ser aplicadas en un contexto genérico, se adapten a una ruralidad específica como la canaria.
2. POR UN MODELO SOSTENIBLE
Hasta ahora el modelo de desarrollo adoptado en Canarias, lejos de responder a criterios básicos de sostenibilidad y equilibrio, se caracteriza no sólo por ser predador de recursos no renovables, sino que manifiesta una acusada polarización económica y territorial hacia el sector servicios y hacia los principales ejes/núcleos territoriales de desarrollo, sin que todo ello proporcione niveles de calidad adecuados a la mayoría de la población.
Debido a particularidades de la economía regional, esta polarización se ha generado a expensas del sector primario, y si bien ha impulsado una cierta diversificación de la base económica de las áreas rurales, ha dejado sentir sus efectos principales en una acelerada desagrarización de aquellas, y en el consecuente abandono de gran parte de las prácticas y conocimientos que gestionaban los agro y ecosistemas insulares, produciendo un claro empobrecimiento de los recursos locales.
Debemos, entonces, asumir la necesidad de establecer nuevas prioridades que garanticen un futuro saludable para nuestros campos, y que reconozcan las múltiples contribuciones de los espacios rurales a la sociedad canaria: medioambiente, biodiversidad, paisaje, gestión de recursos locales, rentas y empleo agrarios, identidad, patrimonio, alimentos frescos, etc. Contribuciones que justifican por sí solas, el carácter estratégico de las áreas rurales en el contexto insular, en aspectos tan diversos como la garantía de aprovisionamiento de los mercados alimentarios en épocas de crisis, o la pervivencia de la identidad colectiva.
Abogamos, pues, por un cambio social profundo apoyado en nuevas políticas diseñadas bajo criterios de sostenibilidad social, económica y ambiental que hagan posible un modelo territorial y socieconómico que sea capaz de ofrecernos a la población rural las mismas oportunidades que a los habitantes urbanos, generando sinergias entre los agentes y sectores del territorio, y favoreciendo la diversificación de la base económica y el aprovechamiento de los recursos locales.
3. POR UNA POLÍTICA COHERENTE
Un modelo como el descrito sólo es factible desde una perspectiva integral del territorio, sus recursos y sus agentes.
Y dicha perspectiva sólo es posible desde la cooperación, entendida, tanto como cooperación público-privada, como entre las propias administraciones, que deberán trabajar conjuntamente para que la aplicación de las diversas políticas sectoriales con incidencia en el medio rural lleguen a constituir una Política de Desarrollo Rural coherente y construida desde una perspectiva de igualdad de oportunidades.
La experiencia de aplicación de la metodología LEADER en Canarias ofrece ejemplos concretos transferibles a otros ámbitos, de coordinación de las diversas políticas en el territorio a través de los grupos de desarrollo rural fundados en cada Isla, y que han logrado constituirse en estructuras de cooperación estables, dinámicas y activas en la que participan sociedad civil y administraciones en igualdad de condiciones.
4. POR LA POBLACIÓN RURAL
Debemos protagonizar un profundo cambio que genere una nueva escala de valores sociales, capaz de impulsar un nuevo desarrollo basado en la solidaridad, sostenibilidad y en la cooperación, lo que nos lleva a un proceso de desarrollo participativo en el que los pobladores del medio rural seamos capaces de identificar nuestras necesidades, imaginar nuestro futuro y planificar y desarrollar las acciones precisas para alcanzarlo.
En otras palabras, un proceso en el que los habitantes rurales gestionemos nuestro propio desarrollo, negociado y consensuado por todos los agentes del territorio.
5. UNA APUESTA DE FUTURO
Podría parecer que las transformaciones socioeconómicas que aquí se plantean son utópicas, sin embargo, la existencia de los grupos de acción local en cada Isla, y la continuidad de la aplicación del método LEADER, proporcionan la avanzadilla para la aplicación de programas de desarrollo local diseñados y gestionados por la población rural, con base territorial, y apoyados en el aprovechamiento de los recursos propios.
No queremos peder la oportunidad de enriquecer nuestras áreas rurales profundizando y ampliando los procesos sociales que se han iniciado, aplicando las enseñanzas que estas iniciativas nos han proporcionado y multiplicando los logros alcanzados, porque defendemos que las áreas rurales están llamadas a cumplir un papel esencial en la construcción del futuro de la sociedad canaria.